ATARDECER


"Verdaderamente, la imagen que proyectamos en nuestra mente de un paisaje o una ciudad es totalmente subjetiva. Influye enormemente nuestra predisposición, a la que desgraciadamente contribuye el marketing dominante...."









domingo, 19 de febrero de 2012

DESPERTAR

Aquella noche hacía mucho calor. El viejo y gastado asfalto del Camino de Ronda despedía fuego.En aquel ferragosto granadino no quedaban muchas opciones. Y menos para él, sólo le quedaba dejar pasar la noche sentado en una de las sillas de la pequeña terraza de aquel apartamento.Aquel ático urbano ni siquiera tenía bellas vistas, al fondo la autovía, si desplazaba la mirada más abajo, un pequeño grupo de rumanos ilegales acampados y conectados a la luz eléctrica de la comunidad mediante una maraña de cables.Con el paso de los años, la calle Arabial ya casi ha adquirido el calificativo de  céntrica, pero sin duda le queda mucho para alcanzar el encanto y las vistas del Serrallo.

La rutina era siempre la misma,cambiaba el pijama por el bañador, se sentaba sin camiseta en la silla plegable que utilizaba en los campings,desplegaba un pulcro mantelito con dibujos de South Park, extendía la gran mesa de plástico blanca y se servía un gran vaso de whisky con hielo y una bolsa de Ruffles acompañadas de un bote de aceitunas.

Al cabo de 4 ó 5 whiskies aspiraba a conseguir la satisfacción de sentirse derrotado, tener lástima de sí mismo y disfrutar de la tristeza.La tristeza sabe más dulce con el tercer etiqueta negra y la música de "Charlotte sometimes", aunque surja de una mugrienta cinta de VHS, suena mejor que el coro de los ángeles.Sólo hace falta dejarse llevar, el alcohol hará su efecto y poco a poco despejará la espesa capa de niebla creada por la desesperación. 

Apuró el último sorbo del primer whisky mientras pensaba:

"ya han pasado 37 días..."
- Coño, se me ha olvidado sacar el hielo...

Se levantó y arrastrando los pies, se acercó a la barra de aquella cocina office y abrió el congelador:
- Joder, ya se me ha olvidado comprar el puto hielo.

El local más cercano era una cafetería denominada Amazonas. Mientras bajaba por el ascensor,se sentía muy mal,tenía miedo, un agudo dolor le aprisionaba el pecho, aquel simple olvido del hielo  presagiaba algo terrible. Aquella cafetería-restaurante-pub, sin embargo, era lo más parecido a un hogar que había disfrutado en los últimos años. Allí desayunaba, saludaba al dueño y aunque rara vez pasaba al amplio restaurante que se abría al otro extremo del establecimiento,cuando se sentía muy cansado comía en el extremo de la barra. 

Al despertarse el trigésimo octavo día,(¿el trigésimo octavo día de qué?) permaneció inmóvil durante una hora sin atreverse a abrir los ojos. Sólo sentía una angustia terrible, la cabeza  estaba a punto de estallar, sus ojos eran 2 globos inyectados en sangre, recordaba aquella opresión en el pecho en el ascensor. Aquello le sucedía con cierta frecuencia, acostumbraba en otros tiempos a llegar a casa borracho, con lagunas en su memoria, incluso a veces, tambaleándose, cogía las llaves del coche y regresaba a casa.

Recordó que volvió a casa solo, que vomitó en la esquina del portal,que se sentó en la esquina de la cama y que se comió un shawarma que rescató de la nevera. Quizás no cogió aquella noche el coche. Un poco más tranquilo, abrió los ojos. Sin embargo, la primera imagen que percibió en su habitación probaba que aquello era imposible.