ATARDECER


"Verdaderamente, la imagen que proyectamos en nuestra mente de un paisaje o una ciudad es totalmente subjetiva. Influye enormemente nuestra predisposición, a la que desgraciadamente contribuye el marketing dominante...."









viernes, 28 de octubre de 2011

CUENTOS INFANTILES

Es evidente que el sueño de la razón produce monstruos. En el discurso de Zaratustra destaca una frase: "Un hombre que no duerme bien es, probablemente un imbécil: ¡Huye de él! Las personas que más detesto son los serenos, que pasan la noche en vela, incordiando con sus linternas."
Ayer tuve que prescindir de la siesta. Por tanto, pido anticipadamente perdón por mis ocurrencias, seguramente influenciadas por la falta de sueño. Pero, lo que es aún peor, sustituí la sagrada siesta por una tarde en un centro comercial de la periferia de Málaga, paradigma de la economía de mercado en que estamos instalados. Tales lugares, destinados a satisfacer el mal gusto de la clase media norteamericana, a la que, tristemente, intentamos imitar, proliferan en mi entorno.
El imperio americano, hoy en horas de declive, ha vencido en su cruzada salpicando de mal gusto a toda una generación. Seguramente, el imperio chino, sucesor del americano y al que ya ha derrotado por la vía de la economía, nos impondrá su cultura y Sidharta sustituirá a Madonna como icono social.
Después de adivinar la salida de la tercera rotonda y aparcar junto a una hamburguesería (lógicamente de un color rojo americano chillón), recorrí unos cientos de metros por la vereda de diversas franquicias. Me detuve en una tienda de libros usados, bueno, más que una tienda era un tenderete de mercadillo. Me llamó la atención que entre 124 tiendas, no hubiera lugar para una triste librería o, al menos, algún lugar para comprar prensa.
No obstante, después de tantas tiendas vacías, de modernos baños domóticos y de cines inmensos, el final del camino me deparó una agradable sorpresa: escondida al final de las tiendas esperaba un bello atardecer sobre la Sierra de Málaga. Una orgullosa montaña se erguía sobre un fondo de Mediterráneo levemente apagado por el crepúsculo.
Verdaderamente, la imagen que proyectamos en nuestra mente de un paisaje o una ciudad es totalmente subjetiva. Influye enormemente nuestra predisposición, a la que desgraciadamente contribuye el marketing dominante que, al igual que nos vende una plancha, es capaz de vender como paraísos sitios cutres, infectos y totalmente vulgares.
Hay otro matiz que debemos tener en cuenta: se echa de menos la tierra propia y la evocación retrospectiva de los momentos vividos en ella, enaltecida por la distancia, suele ser más gratificante.
De forma impertinente, me despertó de mi abstracción el sonido imposible de un avión, que parecía que iba a aterrizar encima de las cabezas de los estúpidos niños americanos que no paraban de chillar a mi lado.Reconozco que normalmente no presto atención a los videojuegos, de hecho creo que ya ni se les llama así, pero a través de un escaparate de Nintendo creí divisar un muchacho, llamado humano, que, encerrado en un laberinto, intentaba escapar.
El muchacho "humano", sudoroso, alcanzaba la salida de la primera fase y, saltando de alegría, gritaba:
-¡He ganado! ¡He ganado!
-¿Qué has ganado? Le preguntaba otro "humano"
-La entrada para un Seat Ibiza…
Con aire condescendiente, el otro "humano" le contestó:
- ¡Bah!, yo he llegado más lejos, a la tercera fase.
-Sí, ¿y qué te han dado?
- Una tarjeta de Mercadona
- ¡Ja,ja! , te han engañado, eso me lo dieron en la primera fase, después del móvil prepago de Yoigo.
- Sí, pues yo más, he logrado salir del laberinto.
- Sí, ¿y qué te han dado?
-Es curioso, la gente se reía de ti y te veían como un bicho raro.