ATARDECER


"Verdaderamente, la imagen que proyectamos en nuestra mente de un paisaje o una ciudad es totalmente subjetiva. Influye enormemente nuestra predisposición, a la que desgraciadamente contribuye el marketing dominante...."









lunes, 7 de febrero de 2011

EL ADIOS DE FRAN

El apartamento estaba situado en la calle Carril de la fuente, paralela al paseo marítimo. Era un tercer piso compuesto de 2 habitaciones, un balcón con vistas al mar y que servía de decorado para las tertulias nocturnas acompañadas de bebidas espirituosas previas a las salidas nocturnas. Leo  lo había reservado por su ubicación, a través de una página web identificó en una de sus fotos el césped que le era familiar.
Desde las primeras visitas conileras, las noches habían transcurrido cerca de ese jardín de forma que Conil había quedado grabado en su recuerdo unido indisolublemente a sus vivencias veraniegas.
Fran se había quedado solo en la habitación. Era un buen momento para la meditación. En un momento de pesimismo llegó a pensar que la naturaleza le había condenado a una vida disoluta, que era un alma vacía víctima de sus instintos y vagaría para siempre en busca de mujeres viendo en ellas nada más que un medio de seguir adelante, con relaciones sentimentales efímeras siempre condenadas a un rápido final. Al lado de ellas se sentía un impostor, un mero aprendiz de seductor.
Sin embargo, sus pensamientos se desplazaban como un péndulo y también se dio cuenta de que estaba rodeado de algunos de sus mejores amigos. En ese momento estaba recostado en la litera superior y su vista se desplazó al pequeño armario medio tapado por una cortina. Vio la toalla de Paul y recordó desde cuando lo conocía. El grupo se había ido cerrando y, si bien al principio no habían tenido mucha relación, Paco, pese a ser un hombre más de silencios, gradualmente había ascendido en la escala de los afectos de Paul.
 Esa noche, como contaba y como era de esperar, triunfó Ricardo. Conoció a unas muchachas  en una terraza y, obedeciendo sus propias instrucciones, se permitió ligar por una noche. Consiguió el teléfono de una de ellas e iniciaron una relación telefónica, si bien habría que reducirla al término mensajil, pues no pasaron de eso, del correo del siglo XXI, pero sin el romanticismo de otras épocas.

Pero a la edad de Ricardo, desengañado de otras relaciones, se pueden adoptar 2 posturas: la del que utiliza a las mujeres como un mero elemento estético y únicamente aprecia la belleza de las mismas, dejándolas correr en libertad pero al mismo tiempo permitiendo que se acerquen lo suficiente para cultivar la vanidad; o la del que busca el placer subjetivo, adelantando la relación física al deseo y no permitiendo que la falta de deseo estropee esos momentos de placer meramente físicos. Evidentemente, él prefería la primera opción.
Albert, el hombre tranquilo, dio por concluidas sus vacaciones estivales. Mientras, el tema de las conversaciones y de las tertulias nocturnas evolucionó hacia el recurrente mojo (El mojo da sentido a las vidas de Fran y Leo, y por derivación al resto del grupo: confluyen una serie de factores pero el resultado es que hay más éxito con las mujeres.)


Mientras Leo disfrutaba de una plácida siesta, sonó el teléfono de Fran:
-        ¿Quién es?
Por  el rostro tan serio que mostraba, todo el mundo entendió que era una llamada de su enamorada. El resto del grupo siguió con sus ocupaciones, sin prestar mayor interés, pero la preocupación flotaba en el ambiente.
Cuando colgó el móvil, la cara de Fran era fría como el hielo, era como si hubiera envejecido 10 años en ese instante. De un impulso rápido se levantó y se dirigió rápidamente a su maleta.
Alarmado, Leo le preguntó:
-        ¿Qué pasa?
-        Me voy.
-        ¿Cómo que te vas?
-        Me ha llamado Marga.
-        ¿Y qué te ha dicho?
-           Que o me voy hoy a Toledo o no me vuelve a ver.
-           Fran ni siquiera tenía fuerzas para contestar.

Por la cabeza de Leo pasaban las anécdotas vividas:
“Ya no nos encontraremos en ningún café, dejará de ir a la Feria de Málaga, no escucharemos sus pesadas charlas sobre el budismo”. Siempre habían existido deserciones en el grupo, desde el legendario Alejandro, ”El Torpedo”  a “Bizcocho”, pero esta vez….
Le acompañaron a la puerta, con cara de sonrisa para no empezar a llorar.
-        No te preocupes, volverás.
Mientras, él, lentamente, con la parsimonia que le caracterizaba, intentaba encontrar en el aparcamiento el caimánmóvil que le llevaría con su enamorada.
El grupo se quedaba huérfano, había que buscar un sustituto, era ley de vida. Las vacaciones se animaron con el anuncio de la llegada de 2 nuevos participantes: Jorge y Dani. Pero eso sería otro día…..